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Érase una vez...

El reloj de la felicidad.

El reloj de la felicidad.

Hace muchos meses que cerré esta página. La falta de tiempo y la ausencia de la musa hicieron que abandonase este rincón mágico. Pero, he decidido volver a escribir. Supongo que hasta que no me vuelva a acostumbrar a pensar historias, lo que salga de mi mente ahora mismo dejará mucho que desear.

Pero tiempo al tiempo. Espero veros por aquí :) He vuelto. 

               

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El reloj de la felicidad.

 

       
Ángela se podía pasar horas y horas sentada frente al reloj que un día trajo a casa su abuelo Alfonso.
Cuando ese reloj llegó a su casa, era el doble de alto que Ángela (hay que tener en cuenta que ella sólo tenía 7 años). Era de madera oscura y brillante. Cuando Ángela lo miraba, parecía que veía a alguien serio, imponente, majestuoso. Pero conforme iban pasando sus tic-tac, la sensación de Ángela cambiaba completamente.
Hace mucho tiempo, Alfonso le contó la historia de ese reloj:


-Es un reloj muy antiguo. En la época de la Guerra Civil, me trajo mucha felicidad en aquellas horas de amargura. –Comenzó a explicar Alfonso.
-¿Y cómo puede traer un reloj felicidad? Sólo es un trozo de madera. –Replicó Ángela.
-Es un trozo de madera para aquellas personas que no saben apreciar los detalles de la vida. Para aquellos ojos que no alcanzan a ver la maravilla de la magia.
-¿Es un reloj mágico?
-
Calla, niña, y escucha atentamente. Este reloj me lo dio mi abuelo. Así que ya puedes imaginarte cuántos años hace de eso. En su día, me explicó cómo el ir y venir de sus agujas podían ayudarme en mis momentos oscuros.
Si algún día sentía miedo, sólo tenía que sentarme frente al reloj y conseguir acallar todos los ruidos de fuera. Tic-tac… Tic-tac… Tic… Así hasta que sólo escuchase el paseo del segundero por los números romanos. Poco a
poco mi temor se apaciguaría y la sensación de tranquilidad y seguridad me invadiría.
Pero no sólo me ayudaría en mis momentos malos. También cuando sintiese felicidad, sus agujas me servirían para que esa dicha la mantuviese más tiempo en mí. Un reloj mágico, sin duda.
Y ahora lo tenéis vosotros en vuestra casa. Lo que pasa es que tus padre, cuando eran niños, no aprendieron a creer en la magia. Pero estoy seguro de que tú si creerás en ella…


Ya ha pasado mucho tiempo desde que su abuelo le contase esa historia. Lo mejor de todo es que tenía razón: le ayudó cuando sentía miedo, tristeza, alegría, nerviosismo… Era un bálsamo para ella en cualquier situación. Pero después de muchos años, el reloj debía cambiar de dueño. El reloj tenía que seguir ayudando a las personas. Se tenía que dirigir hacia otro destino.


Hace dos meses, mi abuela Ángela me lo trajo a casa. Sabía que yo siempre he creído en la magia. Y ahora su tic-tac suena en mi salón.

 

1 comentario

PATER -

pero ke chulada de historia!!! dan muchas ganas de hacer una ilustración para ella... si tuviera tiempo me pedía primer para hacerla! :P
muy bueno, sinceramente!
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